jueves, 28 de febrero de 2008

La esquina

En la esquina de Avenida Angamos con Club Hípico todo era un caos, la gente se conglomeraba de a goteras formando una masa uniforme que meneaba, estática en el piso, su cuerpo y mirada para esquivar los obstáculos que estorbaran entre sus ojos y los moribundos, mutilados y/o yacidos que alojaba el asfalto de la calle.
Las luces de colores querían ser alegría, sólo eran augurios de muerte y en trecientos secenta grados decían: ¡Aquí! ¡Aquí tenemos sangre!
Yo observaba medio confundido, veía gente corriendo de un lado a otro, luces rojas, paramédicos, carabineros y lágrimas por doquier. No alcanzaba el epicentro del evento pero por dios que intenté. Muchos estímulos de súbito me paralizan, me desorganizan y necesito un instante para organizarlos y construir la figura que forman, así me sucedió.
Estuve cinco minutos tratando, gente por aquí, gente por allá, me miraban extrañados, ¿por qué tanto interés? habrán pensado, un sádico hemofilicovoyerista deben haber concluido.
Un señor de verde y otro de azul me regañaban, ¡quédese en su lugar! Buscando parapetarme por medio de la intimidación, mostrándome las palmas de sus manos teñidas de rojo rezumante ajeno e insinunando ¡atrás! con sus ojos tan abiertos y su rostro sobrepasado.
Estuve, como recuerdo, cinco minutos tratando ver que sucedió, buscaba y depronto encuentro a Luisa.
Luisa, mi amor, Luisa y sus lágrimas, Luisa su angustia y sus manos ensangrentadas frente a mi.
¿Por qué? me decía llorando, ¿por qué qué? quería decirle, mas mudo siento que me elevo, mi cuerpo recostado sobre una camilla, la visión un poco más alta y veo a mis compañeros. Un segundo y recordé el auto, Rodrigo, Luis, Alejandro y yo, la velocidad, un grito de advertencia, el pánico, el impacto, el sonido del metal rechinando y torciéndose y mis manos firmes, sin embargo inútiles en el volante.
Un segundo y asimilo dos amigos muertos, uno moribundo y mutilado, y yo, agonizando, con el cuerpo infecundo de vida y la mente sirviéndome los últimos minutos de cordura para irme al infierno, despedirme con una mirada de Luisa que nada comprendía más allá de su vacío y mi partida y yo, que por cinco minutos creía ser voyerista y ahora sólo soy protagonico extinto.

En la esquina de Avenida Angamos con Club Hípico todo era un caos, la vida, que irónico, me dió un segundo para guardar la imagen de la campiña de sangre que legamos a la calle, mirar sus ojos eternos 
y entonces aumentar la cuenta a cuatro cadáveres.









No he tenido tiempo para escribir ni leer, me he sumido en un trabajo temporal (con panorama de estable si todo sale bien) que ocupa el 90% de mi tiempo útil y productivo.
Extraño pasearme por los blogs tan queridos y/o entretes (y/o deliciosos) como los de warren, william V, amorexia, mallén, góngora, carlos, cuchi, enemigo de la especie, vere, etc. pero bueno ¡todo sea por una buena razón! hay que mirar el vaso medio lleno dicen por ahi...
Un gran abrazo a todos y mis agradecimientos a los que mandaron sus buenas vibras en el post anterior...
Nos estamos videando, leyendo, parloteando por ahi.
Cariños
Paz.