lunes, 30 de marzo de 2009

Abraham


No sólo le habían quitado su libertad, sino también se cagaron en su vida.


Lo vi en su mirada fatigada y desalentada, cuando en mi primera ronda de la tarde, tras las rejas oxidadas le pregunté su nombre. Un escuálido cuerpo se reacomodó en la maltrecha litera, sin interés y mirándome de soslayo respondió, -Abraham-.


No, no sólo le quitaron su libertad, fue más brutal aún en latigazo. Confinado en un frío y maloliente pabellón saturado de incómodas literas, lechos improvisados y cuerpos deambulantes, también tuvo que pasar las horas, de cada uno de los días de su sentencia, sabiendo que, en la calle, ahora quien roba para comer, es su hermano pequeño.

6 comentarios:

G A Ñ A Ñ O dijo...

estremesedor lo de su hermano que roba para comer, el ciclo se repite y la pestilencia aflora en una vida desperdiciada, incomprendida.

Sobrecogedor texto

Saludos

Rolando Escaró dijo...

esa es la sociedad de extremas diferencias que nos enseñan a crear

rosebud_za dijo...

Dicen que mientras haya vida hay esperanza, pero de qué sirve la vida si no hay libertad?

Saludos.

CaZp dijo...

Llegué mas que casualmente a tu blog y me ha cautivado.
Te tengo en suscripción.

Un salugo y nos leemos =)

@lasnibat dijo...

Uf!

Complicado el tema. Lo relatas de tan buena forma que nos deja en estado alfa.

SalU2
T.

Sagara dijo...

Muy buen relato, excelente forma de contar una historia y remecer conciencias, como siempre, muy buena pluma la tuya!!

Pasaba para agradecerte por el seguimiento que le das a "nuestros pasos" y por las constantes palabras de apoyo, te agradezco de todo corazón

Un abrazo desde la distancia