Un invierno remoto, con el mismo cosquilleo de la lluvia en nuestra ventana, matábamos el frío enzarzándonos en una discusión en cuesta de cólera, resentimiento y tirria. Te odie, te odie tanto, tanto que en ese instante el cuchillo con el que cocinaba enfurecida seducía con poder mis ganas de aniquilarte.
Hoy miras con melancolía la ventana. Llueve con fuerza, las gotas te duelen dentro, pero a mi me desgarran y mi conciencia no padece remordimiento, no se lame heridas al recordar, con la lluvia trinando afuera, esos deseos tanáticos de un pasado invierno, porque equidistante en mi memoria están las razones de haber querido verte yacido en mi piso, y hoy, presa fácil, vuelve a seducirme con arrojo el brillo del filo con el que coincidentemente estoy cocinando.
La lluvia me trae recuerdos, y ni lo imaginas.
Voy por ti , con un año de desfase.